Por Narcisa Lezano Barriga
Me satisface saber que todos quienes están dedicados al folklore lo siguen con entusiasmo cultivando más allá de nuestras Fiestas Patrias. Más admirable es que luchan intensamente por mantener vivas nuestras tradiciones a pesar que sólo lo hacen porque les agrada, pues no reciben ningún pago y también porque tienen sus propias labores diarias. Anhelo que sigan así por el bien de las nuevas generaciones.
Por todo ello, fervientemente les felicito y les agradezco muchísimo tanto a los conjuntos folklóricos de Angol y de Nacimiento. Les agradezco de sobremanera a quienes me hicieron llegar sus afables comentarios por mi escrito Nuestro vergonzoso historial infantil. Con la fraternidad y la gratitud de siempre les dejo dos de mis poemas que rescate de los que tenía guardado. A unas personas que me preguntaron hace unos días de cómo estaban mis poemas le comenté que me llevé la grata sorpresa de rescatar varios de mis poemas. Los que corregí al pasarlo al computador.
Tu Triunfo de Existir
Ni el libro de Guinness lo creería
El record de afecto que has dado,
Desde tu ermitaña vida.
Algo más de tres decenas han sido,
Que han tenido ocupados
A tus enamoradizos pensamientos;
En tu cincuentenaria vida.
Pensamientos que han volado
Como emigrantes aves más allá
De los distintos océanos y montañas.
Cerca de tu morada
O en esa poblada calle;
Donde florecía la lila en su patio.
Breves han sido sus nombres,
Como los murmullos de la brisa de octubre.
Quienes, sin pedir permiso,
Atravesaban los orificios de tu casa.
Largos también han sido sus nombres,
Como tus sureños inviernos.
Quienes han llorado contigo
Cuando la nostalgia
Se apoderaba de tu miraba
Al verles partir.
Con vocales o con consonantes
Empezaban o terminaban sus nombres.
Unos sonaban como los cánticos de las aves al amanecer.
Los demás, como letanías de los espíritus al anochecer.
Este ha sido tu real destino.
Meritorio de tu triunfo de existir,
En medio de la ambigüedad humana.
¡Qué nadie entonces
Venga a darte lecciones de vida!
Tu Brutal Cacería Partidista
Igual como la sabrosa carnada
Que engaña al pez para atraparlo,
Despedazándolo después dentro de una lata.
Demostración atroz es la de aquéllos
Ante la fragilidad; no tan sólo con la del pez.
Tú, deliberadamente, así actuaste.
Guareciéndote en un aguerrido poder ideológico;
Manipulando con tu presencia pública ante los demás.
Envuelta ella, descaradamente,
En el envoltorio de un repugnante egocentrismo;
Quisiste así atrapar a su indomable albedrío.
Para después encarcelarlo
En medio de tu antojadísimo idealismo.
Pero tú ¡no lo puedes creer!
Porque tuvo más suerte que el pez
Y se te escapó igual que la mariposa.
Quien, a pesar que huye herida,
Por las espinas de la celosa rosa,
Se siente libre para posarse en otras flores.
Quienes la acogerán para curarle sus habidas cicatrices.
Así se siente quien se escapó de ti.
Y tú, no quieres aceptarlo.
Por eso, en la soledad de tus envejecidos amaneceres,
Estás condenado a un infinito destierro
Del desprecio y de la indiferencia social.
Y seguirás fraguando las mezquindades de tu vida,
Tras los temidos muros de tu inconsecuencia partidista,
Mientras, aquella mariposa, libremente sigue posándose
En los jardines colmados de una variedad de flores.