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viernes, 3 de junio de 2011

De Derechos, Omayras y Chilenos

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Por Narcisa Lezano Barriga



Derechos

No me vengas hablar otra vez
De los que son tus derechos,
Pues al hacerlo, me estás ofendiendo.
Para mi entender, derechos;
Con apellidos o sin ellos.
Con leyes o sin ellas,
Son aquellos que armoniosos nacen
Desde el fondo del espíritu del hombre
Y se expanden de la misma forma
Más allá de toda frontera ideológica o física.
Pues, de nada sirve hablar en sendos discursos
Lo que son los distintos derechos del hombre,
Si con ellos, disfrazadamente,
Con un dogmatismo personal,
Se está instando a esas “enfermizas mentalidades”
A que vayan a denigrar y atacar
A quiénes no comparten sus ideales.

Por ello, una vez más te digo,
No me vengas hablar de tus derechos,
Si sólo te quedas en eso.
Negándote a escuchar no sólo los míos,
Sino también los de aquellos que pasan por tu vida,
Que de alguna manera, tenemos el derecho también
A negarnos a escuchar tus parlamentos.

Así, seguiremos el mismo círculo vicioso.
Mientras tanto, tus derechos, los míos y los otros
Se van quemando en la hoguera de la intolerancia,
Y el humo de ellos, más que el viento,
El tiempo los borrará con la palabra olvido.

Entonces…¿habrá alguien que se acuerde
De defender, nuestros discutidos derechos?...

(Mi poema Derechos lo escribí en el año 1991. Fue comentado en el periódico Mejores Datos de Concepción; por la poetisa Rocío L’amar en el mes de Junio de 1997. También fue comentado por el
Crítico Literario Adolfo Schwasenberg en el diario El Mercurio de Valparaíso).


A Omayra Sanchez. (Niña Mártir Colombiana).

En tu cálida cama,
De mantas coloridas y de fucsias sábanas
Tú dormías ambrosiamente
Igual como duermen los ángeles en el cielo.
Más soñabas en realizar
Hermosos y humanos sueños
Para ti, para los tuyos
Y para tu pasivo y hogareño Armero.

Pero la cansada naturaleza
No vio tus distantes sueños,
Ni menos espero que se realizaran,
Como los de muchos otros; igual que tú.
Y, escondiéndose en la oscuridad,
Se dejó caer sin contemplación
Sobre tu inofensivo pueblo.
Convirtiéndolo con alevosía
En un infierno condenatorio;
Como sí así castigara las continuas faltas
De la humanidad.

Y tú, atrapada quedaste allí,
Y la calidez de tu hogar
Se volvió tormento y perversidad;
Se volvió inmunda cárcel
Y se volvió oscura y fría tumba,
Durante aquellos tres viles días
Que duro tu desesperada agonía.
Pero la ruina material y paisajista
Convirtió a tus futuros sueños
En presentes esperanzas
Y convirtió a tu voz infantil
En un diáfano eco de Dios.

Tu cuerpo, dolido quedó allí
Y tus armoniosos ojos
Se cerraron con una tenue sonrisa.
Y tu cándida alma partió a dormir,
A soñar y a jugar junto a los ángeles.
Desde allí, tú ves nuestro dolor
Que nos has dejado en nuestra contusa alma,
Y que aún no puede cicatrizar.
Pues lloramos no tan sólo por ti;
Lloramos por nuestra soberbia,

Que por tu entregada causa,
Ella ha huido muy lejos de nosotros.

(Mi poema A Omayra Sánchez fue publicado en dos Antologías del Crítico Literario Wellington Rojas de Angol. El escritor Enrique Lafourcade, comentó mi poema en el diario El Mercurio de Santiago en el mes de Abril de 1996 cuando él apareció en la Antología Moradores de la Lluvia).


Mi Gente, Siempre.

En un lejano país del Sur que,
A buen nombre dado, se llama Chile,
Vivo junto a mi amada Gente
Entre mar y cordillera
Y sobre desiertos, valles e hielos.

Mi Gente,
No se agravia ni condena
A la incierta naturaleza
Cuando sin previo aviso,
Ella hace estallar por todo lugar,
Sus diferentes cansancios.

Mi Gente,
Ferviente ora al Dios
De todas las creencias.
Y más que pedirle solidaridad,
Entera la brinda a sus semejantes.
No renegando así del cielo en que se cobija,
Ni de la tierra en que se sostiene.

Mi Gente,
Después del impotente llanto,
Arranca risas de conformidad;
Haciendo parodias de sus continuas desgracias.
Para luego levantarse
Con concretadas esperanzas,
Sobre lo que ha quedado destruido.

Así es mi Gente; inigualada Gente,
Que aunque lejana del mundo,
Siempre está sabida de todo último acontecer.
Lenta, abierta, altiva, sensible camina
Y lo hace así, para no olvidar jamás,
Su propia Identidad.

(Mi Gente; siempre lo escribí cuando tuve contacto con Radio Nacional de España en las Islas Canarias para contarles cómo éramos en Chile)