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lunes, 9 de abril de 2012

Reencuentro Literario

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Como un tesoro escondido y por lo mismo muy valioso por lo que hacemos, como lo es nuestro quehacer literario, vamos al reencuentro de aquellos escritos que están guardados en ya ajadas carpetas.

Nos sorprendemos muchísimo cuando nos reencontramos con escritos que no recordábamos como el que les dejaré a continuación. Se llama Aquella novicia hiedra y escribí esta prosa el día sábado 09 de enero 1999. Ella nace a causa de una visita que hice al Parque Forestal en Santiago. 

Al pasar al computador hoy martes 03 de abril de 2012 le hice algunas correcciones a mi prosa. Al dejarles a su consideración mi prosa también vaya mi ferviente anhelo que no nos olvidemos de cuidar nuestras plazas y nuestros parques porque son también irremplazables para nuestra existencia. 

Así como lo es más irreemplazable el agua y que tan escasa que ha estado no sólo por la sequía, sino también por el mal uso que le damos a diario.




Aquella Novicia Hiedra.

Ahí estás, en medio de aquel descuidado Parque, en este caluroso y último
atardecer del año del año 1998.
Cuando ni el volar de las grises palomas entre el contaminado espacio, los
altos edificios y por ende, la poca forestación nativa, no distraen a tus preocupados
pensamientos por esta inesperada situación que vino a estremecer a tu edad madura.
Al ver, que una novicia hiedra; nacida entre los orificios del pavimento, obstinada
vino a aferrarse a tu grueso tronco.
Sabiendo tú, que después que beba la poca sabia que ha ido dejando tus años ya
vividos, ella te abandonará. Cuando tu inerte tronco ya nada puede brindarle a sus
jóvenes raíces. Y, con el ímpetu de sus años, irá asirse a un tronco más robusto, no
importándole con el desconsuelo en que te dejará.
Aunque tú llorarás no sólo en invierno el abandono de aquella impertinente
novicia hiedra te das cuenta que, serán las palomas quienes, a pesar de su ir y venir, te
acompañarán hasta el final de tu estancia; consolándote con sus nostálgicos arrullos.
Pero a pesar de las indolentes huellas dejadas, de tiempo en tiempo, te preguntarás
qué será de aquella novicia hiedra quien vino a estremecer a tu adulta vida.