No me vengas tú,
con actitud arrogante
Y con moralistas ideas perdidas
En el camino de tu empequeñecido intelecto
Ha hacerme cambiar de pensamiento social;
Diciéndome que no entiendo de economía.
Imaginándote que tan sólo sé escribir
Fantasiosas palabras;
Dirigidas hacia los distintos vientos.
Si bajaras la voz de tu idiotizado discurso
Te darías cuenta que, mis inspiradas palabras,
Nacen por lo mucho que me conmueve
Cuando desfallece lo económico;
Afectando profundamente en lo social
A nuestros compatriotas más vulnerables.
Preocupada pienso,
Cómo ellos se sentirán dolidos
Cuando escuchan que nuevamente
Va a subir el pan y muchas cosas más.
Pues, no sé si te habrás dado cuenta que,
En aquellos hogares en donde hay más niños;
Es donde lo que más se come
Es nuestra tradicional marraqueta.
Tradición chilena o no,
Indemne ella ha demostrado que jamás
Debe faltar en ningún hogar de Chile.
Así, como nuestra Premio Nobel de Literatura
Gabriela Mistral, enalteció en sus poemas,
A los trigales de nuestra Patria;
Por ser los bastiones alimenticios de nuestra Gente.
Por qué entonces limitárselos ahora
Con la imperdonable excusa
De la caída de las bolsas mundiales;
Como incrédulo tú también
Lo comentas hasta el hastío.
Si deberías pensar, que nuestros niños,
No tienen porqué ni menos obligarlos
A qué entiendan los análisis comerciales
Que hacen aquellos economistas
En los medios de comunicación.
Si ellos tienen el único y por ende el indeleble derecho
A jugar y a estudiar mientras sean niños.
Entre tanto, tú como yo y los demás,
Quienes nos consideramos adultos pensantes
Y por esto, solidarios constructores para una mejor sociedad,
Tenemos el imperecedero deber que a ellos,
Nunca les falte, el pan nuestro de cada día.
(Lo escribí el día viernes 16-01-2009)