Por Narcisa Lezano Barriga
Un par de veces lo comenté que si hubiera más personas con la actitud filantrópica como la de don Felipe Cubillos avanzaríamos más rápido en la reconstrucción de Chile. Nos emocionábamos al verlo, especialmente, entregando escuelas para los niños en los lugares afectados por el terremoto/maremoto.
Admiré su valentía con la que escribió “Soy un indignado” porque compartíamos el mismo sentimiento de no poder aceptar lo que se ha construido con tanto esfuerzo fuera destruido por desquiciados. Siendo estos avalados, lamentablemente, por dirigentes sociales; incluso por políticos. Quienes, como lo de ello no era destruido, aceptaban que destruyeran los colegios tomados y la fuente de trabajo de tantos compatriotas. Quienes también con mucho esfuerzo han puesto un pequeño negocio para así poder educar a sus hijos o a sus nietos.
Por lo mismo, anhelábamos que pronto se solucionara el conflicto estudiantil por el bien de todos los chilenos. Nos dolía ver tanta soberbia sin llegar a un pronto acuerdo. Entre tanto, escuchaba a una señora nacimentana que le pedía a una dirigente social que le ayudara a conseguir una atención al dentista. Porque daban pocas horas y tenía que madrugar para ir a pedirla y hay unos facinerosos que van a pedir la hora y sin vergüenza alguna; menos, sin contemplación hacia las personas de más bajos recursos económicos le cobran a quienes necesitan estas horas médicas.
Analizábamos así que, en su gusto derecho a los estudiantes no les fuera tan difícil estudiar a causa de lo económico. Así también hemos esperado siempre que cuando se reciben como médicos, dentistas, etc. No se olviden después de sus compatriotas más vulnerables económicamente. Quienes también, en su gusto derecho se le debe atender bien en una posta rural, en un consultorio poblacional o en un hospital público ya que ellos no pueden acudir a una consulta particular o a una clínica privada. Pero ello no sucede porque en estos centros médicos, muchas veces, no cuentan con médicos, con dentistas; menos con especialistas a causa que hay “profesionales de la salud” que no quieren trabajar en estos lugares, aduciendo ellos que se les paga bajos sueldos.
Cual más o cual menos estábamos convulsionados con tantas teorías sociales cuando de golpe nos enterábamos de la caída de un avión de la FACH en el archipiélago de Juan Fernández. Se nos trizó el alma al enterarnos que quienes viajaban en ese avión, todos iban con una misión solidaria a reparar lo destruido en ese archipiélago para que así sus habitantes pudieran un poco más recuperarse no sólo de lo destruido materialmente, sino especialmente encontrar un poco más de consuelo por sus familiares fallecidos y varios desaparecidos a causa del terremoto/maremoto.
Quizás sea razonable a causa de que continuamente nos están sucediendo catástrofes que siempre los chilenos exacerbamos estos hechos dolorosos que nos afectan. Caímos en un profundo éxtasis de comentarios; tanto lamentando lo que nos sucedió, como también buscando las causas y los culpables donde no los hay. Como si con ello no sólo curáramos estas dolencias, sino aquellas que tenemos guardadas en el alma desde hace mucho tiempo a causa de hechos personales.
Cuando nos sentamos consolados esperamos que sea para mejorar como personas y por ende por nuestra convivencia nacional. No podemos negar que esta tragedia aérea, desgraciadamente, nos sirvió para calmar un poco la excervecencia del conflicto estudiantil. Por ello, seguimos sosteniendo que los profesores y los estudiantes son un soporte importante en el desarrollo de Chile. Entendemos su problemática económica, la cual conozco desde cuando era estudiante de primaria (década del sesenta), porque en mi generación también vivimos graves conflictos estudiantiles. Hay que buscar soluciones para mejorar la educación y no dividendos partidistas si al final perdemos por igual todos los chilenos.
Por lo mismo, los chilenos, en un real recuerdo afectivo y agradecido por todos(as) aquellos(as) compatriotas que murieron sirviendo a otros compatriotas más abandonados y que aún así están haciendo patria en la inhóspita lejanía. Y porque también hemos nacido en él y que por esto lo amamos a pesar de sus flaquezas naturales y humanas, por ello nos merecemos un país mucho mejor cada día. Por lo tanto, sin titubeo alguno y con una infinita humildad podemos decir ¡Sigamos levantando a Chile!