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viernes, 15 de julio de 2011

Nuestras Andariegas Cenizas

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Por Narcisa Lezano Barriga



Cuando ya se tiene más de medio siglo de vida pareciera que ya nada más nos va a sorprender de los acontecimientos causados por el hombre o por la naturaleza. Pero quién se lo iba a imaginar que las cenizas de uno de nuestros volcanes, como lo es el Cordón del Caulle, iban a dar vuelta la Tierra para luego venir a caer hasta Angol,Renaico, Nacimiento, etc.

Podríamos decir el poder o la genialidad de la naturaleza para demostrarnos su inmensa capacidad de acción ante tantas estupideces cometidas por el hombre. Quien, creyéndose a veces “un genio” del poder se olvida que es tan sólo un ser humano y el destino que le toca vivir es el mismo de los demás, aunque el de él pueda tener ciertas variantes por su quehacer público. Porque al final de sus días terrenales, lo que él creía que viviría una eternidad es tan sólo una utopía; nacida por su enfermiza ambición.


Ahí siguen nuestras andariegas cenizas causando ciertos estragos, principalmente, en la aviación comercial en algunos países. Los chilenos somos noticias en primera plana. Como si fuéramos unos descarados que, viviendo al final del mundo, tenemos la insolencia de causarles inconvenientes a su desarrollo económico. Nosotros podríamos decir lo mismo, cuando nos dan cátedras sobre el desarrollo mundial y no dejan entrar nuestros productos y en cambio tenemos que recibir todo lo que nos mandan a pesar que estén contaminados. Sino, nos condenan con las más absurdas medidas económicas
como si aún siguiéramos viviendo en el colonialismo.

De qué nos quejamos, si en las noticias de “nuestra televisión” nuestro acontecer regional muchas veces aparece para dar a conocer hechos policiales. Tan sólo a veces una noticia que nos haga sentir que también somos parte en el desarrollo de Chile.

Cómo nos gustaría escuchar que digieran que, cada capital provincial tiene derecho a tener un hospital moderno; tanto para los pacientes de los lugares campesinos, como igual por el bien de sus funcionarios. Quienes realizan una valiosa labor a pesar de sus bajos sueltos y también porque ellos tienen que recibir injustamente las quejas de los pacientes a causa de la falta de médicos.

Cuando comencé a viajar desde Angol a Nacimiento ha comienzo de la década del ochenta, me llamó mucho la atención la localidad de Coihué por sus casas; hasta había una antigua casa patronal y que ahora sólo quedan como testimonios unas araucarias.

Por eso escribe el poema Cenizas y que, de alguna forma, viene al caso de lo que estamos viviendo a causa de uno más de nuestros intrépidos volcanes.
Con la fraternidad de siempre, especialmente a los funcionarios de los hospitales de Angol, Nacimiento y Los Ángeles, les dejo mis poemas Cenizas y Carmen Gloria. A quienes los corregí al pasarlos al computador el día sábado 02 de julio de 2011. Carmen Gloria está basado en un hecho que pasó en el Hospital de Angol hace tres décadas.


Cenizas

A tu antiguo villorrio has vuelto
Buscando en el rescoldo del tiempo
El fuego de tu juventud que guardabas en él.
Ves que tan sólo quedan las cenizas de su recuerdo,
Causándote ellas una imperecedera desazón,
Porque su imagen callada
Sigue ardiendo en tus adultos pensamientos.

Quien ha quedado fraguada en las angostas
Y polvorientas calles.
Quien han quedado reflejada
En los amarillentos visillos
De los ventanales donde mirabas el amanecer.
Quien ha quedado extasiada
Entre el aroma de las violetas.
Quienes florecían en medio
De las milenarias araucarias.
Quien ha quedado olvidada
Entre las vasijas de porcelanas.
Donde en el atardecer tus mayores tomaban el té.
Mientras tú, con inquietud, soñabas conocer
Lo que había más allá de la quietud de tu portal.

 
Carmen Gloria

Tu nítida mirada
Perdida está,
Entre las paredes blancas
De aquel viejo hospital.

Mi tierna adolescente
¿Quién fue el Rey de Corazones
Que te robó la razón,
Obstruyéndote por siempre
Tu hermosa edad?

Tu inquietad sensibilidad
Te hace buscar ahora,
En maternidades fantasmales
La ternura y las caricias negadas.

Y aquellas extrañas figuras
Se adueñan de tu mente atolondrada;
Llevándote a vivir hacia la pasada niñez.
Buscando ansiosamente en ella
La realidad ya olvidada.

Y te vas, tras las lejanas estrellas.
Queriéndolas una a una tomarlas;
Como en los cuentos de duendes y hadas,
Que escuchabas al llegar la noche en tu cama.
Siendo todo esto como la eternidad;
En donde no hay caminos.
Ni menos un destino final;
En donde puedas vivir mañana,
Con tu mente en paz.