Por Narcisa Lezano Barriga
Ya se están cumpliendo dos años del terremoto y maremoto que sufrimos,
especialmente los que vivimos en el centro y sur de Chile.
Los chilenos afectados, aquí seguimos rememorando los hechos que cada
uno vivimos y aún nos resulta muy doloroso, sobre todo por nuestros compatriotas que perdieron a sus familiares y quienes tienen a familiares que están desaparecidos.
De a poco hemos ido reconstruyendo nuestras vidas y lo material que hemos perdido. Esto último, es más fácil recuperar a pesar de sus costos económicos. Pero lo que nos costará mucho recuperar será la confianza institucional.
Qué tremendo ha sido de enterarnos de tantas falencias de tomar decisiones por parte de las autoridades que supuestamente debían proteger nuestra integridad como ciudadanos que somos y para eso estaban ellas para sopesar el delicado momento que estábamos viviendo. Nos da pavor ver sus erráticas y nulas actitudes ante lo gravísimo que estaba pasando.
Por ello, nos costará mucho entender para después poder aceptar esa terrible orfandad en que nos encontrábamos en la noche del terremoto y maremoto y días después. Prevalecieron actitudes muy pocas humanas, porque no les importó dejarnos a la deriva no sólo con las consecuencias provocadas por él, sino también por el inesperado saqueo de quienes considerábamos, hasta esa noche, que eran nuestros solidarios compatriotas.
Por lo mismo, no podemos negar que cuando recordamos lo que nos causó
el terremoto y maremoto aquella noche del 27 de febrero de 2010, nos parece sí que nos duele más el terremoto y maremoto institucional.
Esperemos que no se vuelvan a repetir estos vergonzosos hechos. Aunque no impediremos nuestras continuas catástrofes, de una vez por toda debemos estar preparados para ir inmediatamente en ayuda de quienes sufren sus consecuencias. Que se le dé más poder económico y de toma de decisiones a las municipalidades. Pues son ellas las que están más cercanas a la ciudadanía.
De esta forma reconstruiremos con más eficacia lo que ha quedado destruido
y, principalmente, reconstruiremos el sentir humano. El cual, siempre debe prevalecer, sin distensión alguna, en todos los chilenos.